Se trata de un molusco gasterópodo con la concha en espiral. Viven en arroyos de agua dulce, pantanos o estanques, aunque también hay especies marinas y terrestres. Estos últimos, los terrestres, se destinan a usos culinarios cuya antigüedad puede remontarse a época romana, cuando se hicieron criaderos para su consumo.
Los caracoles son comúnmente encontrados en la gastronomía mediterránea, sobre todo en España y Francia, considerados como un manjar. Sin embargo, en el resto del mundo, se considera extraño su consumo, ya que se trata de babosas con concha.
En Francia (llamados scargots), tradicionalmente, se cocina con ajo, mantequilla y perejil, sobre todo en la zona de Borgoña. En el Levante español suele encontrarse en paellas, y en toda la Península Ibérica pueden encontrarse recetas de caracoles: a la madrileña, a la andaluza, a la llauna (Lérida), a la palentina... En Portugal puede encontrarse en bares y tabernas servidos con ajo.
Normalmente, los de pequeño tamaño se elaboran en salsa o sopas y los de mayor tamaño se reservan para preparaciones con arroz como el arroz con conejo y caracoles típico del sudeste español.
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