Muy similar a los langostinos y las gambas pero de mayor tamaño y de color rojo oscuro aún en crudo. Puede encontrarse entre los 500 y los 2000 metros de profundidad en el Mediterráneo y el Atlántico Oriental y es muy habitual encontrarlo en las pescaderías españolas, incluso a veces se confunde con el langostino moruno, y muy común en la costa de Cádiz, debido a su abundancia en esa zona.
Su sabrosa cabeza es excelente para preparar y dar sabor y color a cremas, sopas y salsas y es rico en proteínas.
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